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¿Asesinas del Romance?

  • Susie Sucesos
  • 14 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Escribiendo el tema del miércoles, me fue inevitable no pensar en el error que cometimos y cometemos las mujeres al dejarnos atraer por el concepto del “chico malo”, error que nos llevó a ser las responsables que aquellos hombres románticos y detallistas decidieran extinguirse.

Las palabras tiernas y reveladoras, los gestos románticos como las flores, un piropo o que te abran la puerta del carro, se han convertido en un mito y ha sido culpa de nosotras. Lo digo pues lo he oído de muchas mujeres.

Por ejemplo, estamos reunidas tomando vino con las amigas y una de ella comienza a contar su tercera cita con el personaje que le gusta. Entre todo lo que cuenta, describe como él, la acompaña a la entrada de su casa y le repite lo bonita que es, a lo que las demás mujeres en la sala responden con una mueca o con el comentario, “tan cursi”.

¿Cursi? ¿Desde cuando empezamos a considerar los gestos amables y de caballerosidad como cursis? Debo aceptar que en una época fui de estas mujeres que prefieren al hombre discreto e independiente, casi tosco y con actitud rebelde. Aquel que uno desconoce pues no sabe que piensa o si en verdad le gustamos.

Con los años, mi percepción de este tipo de hombres comenzó a cambiar y en mi afán por recuperar lo perdido tuve que aceptar lo que había hecho, la vida había puesto en mi camino a muchas personas dulces, a hombres gentiles que estuvieron dispuestos a tratarme como una princesa y a los que rechace o no aprecie por “cursis”.

La culpa me invadió cuando intente recuperar esos cuidados para darme cuenta que era muy tarde. Esos hombres habían considerado mis palabras que en varias ocasiones les dijeron la frase, “no seas tan cursi” o “no, pues tan romántico”. Lo peor de todo, es que no había sido la única en sus vidas dándoles esta cruda lección de ser menos empalagosos, lección que atendieron y ejecutaron para convertirse en los miles de hombres que existen afuera, me refiero a los toscos que nunca te abrirán una puerta.

Aquel error lo cometí por ultima vez con mi cuasi esposo, error que luego tuve que enmendar con berrinches y largas conversaciones donde me encontré a mí misma exigiéndole a mi pareja que volviera a ser romántico, queriendo que me abriera la puerta del carro, que me consintiera y me dijera cosas lindas en mi necesidad por sentirme especial.

En busca de nuestra fuerza femenina le permitimos a los hombres sentirse “frescos” con nosotras, es decir, les permitimos que nos vean como iguales, lo cual no está del todo mal pero si, en lo que respecta a que sea caballero, detallista y tome la figura de protector dentro de la relación. Admitámoslo, todas queremos al hombre protector, ese que nos haga sentir seguras frente a cualquier situación y sobretodo, que nos haga sentir valoradas.

Es confortador el poder sentirnos protegidas y saber que tenemos a nuestro lado a alguien que no solo nos ama, sino que nos los demuestra todo el tiempo con los pequeños gestos románticos que les aseguro, avivan la pasión de la relación la cual debemos cuidar con halagos hacia a ellos, siendo nosotras también, unas completas románticas.

Dejemos de ser las asesinas del romance sabiendo diferenciar él ser independientes del ser damas que merecemos ser valoradas pues ese es uno de los aspectos gratificantes de tener una pareja, saber que no estamos solas y que en esos días que nos sentimos bajitas de ánimo, tenemos a alguien que hará lo posible por hacernos sentir como las princesas que somos.

Todas, merecemos vivir en una relación llena de cumplidos, mimos y cuidado así que admiremos más a los románticos que a eso chicos malos que nunca serán el héroe protector que estamos buscando.


 
 
 

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