En los zapatos del otro
- Susie Sucesos
- 26 sept 2018
- 2 Min. de lectura

Es tan fácil juzgar a los demás, es tan fácil criticar y opinar sobre experiencias y vidas ajenas pues nunca nos detenemos a pensar en el porqué de las cosas, ni contemplamos la posibilidad de ponernos en los zapatos del otro antes de opinar.
Hoy les quiero hablar de la empatía y de la comprensión, cualidades que, si aprendemos a adquirir, podremos hacer del mundo un lugar mejor sin dejarnos llevar por las banalidades detrás de las críticas y el chisme, siendo compasivos respecto a lo que viven los demás.
Cada ser humano es un mundo, cada uno vive y siente su vida de manera diferente y es lo que nos hace únicos en el universo, pues solo uno sabe y conoce bien sus vivencias y las alegrías o penas que éstas han dejado.
Con base a lo que vivimos es que construimos nuestro carácter y forma de ser. Me refiero a esa mascara que usamos frente al mundo, la que dejamos ver mientras escondemos lo que en realidad somos por miedo a ser juzgados o rechazados o simplemente, porque así nos enseñaron debíamos ser.
Últimamente me encuentro a mí misma en esta encrucijada donde me doy cuenta que es muy fácil hablar de una circunstancia, cuando no la has vivido. Hoy, después de darme cuenta lo duras que pueden ser algunas batallas, hago una pausa antes de hablar.
En varios artículos les hablo como si tuviera el control de todas las situaciones y lo es, hasta que tengo que enfrentarlas, poniéndome en los zapatos de los otros, de mis pacientes y de tanta incertidumbre que trae la vida y el amor.
Y tuve que hacer una introspección y darme cuenta que sigo aprendiendo del amor, que sigo creciendo de las caídas, que sigo caminando por un sendero incierto pero lleno de sorpresas que me hacen sonreír y llorar, pero sobretodo que me retan a convertirme en esa mujer que espero ser.
No tengan miedo de las derrotas pues de ellas es que crecemos, aprendiendo a esquivar lo malo y a apreciar lo bueno dentro de cada día. No temas mostrarte vulnerable frente a los demás pues no le debes nada a nadie, solo a ti mismo y a ese derecho de expresar tus sentimientos como los sientas.
No te contengas al llorar y sentir el dolor, pues este nos recuerda lo vivos que estamos y lo afortunados que somos de sobrepasar a la tristeza y poder abrazar con fuerza a la alegría cuando la tenemos. Siendo sinceros con lo que somos, es que seremos fieles a nosotros mismos y concebiremos mejor al mundo que nos rodea.
De esta manera fue que entendí mejor a la gente que me rodea, entendí mejor a la debilidad y lo difícil que es dejar algo que quieres pues te hace más daño que bien, mirando hacia adelante con el amor propio recuperado y sabiendo que, con cada paso de página, solo vienen cosas maravillosas por vivir.
¡Feliz día!
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