La Bufanda azul
- Susie Sucesos
- 4 sept 2017
- 3 Min. de lectura

Aprovecho que estamos en el mes del amor y la amistad para compartirles unas historias (basadas en hechos reales]) de amantes y amigos, de cómo se dio el amor o la amistad entre personas gracias al destino y a las confabulaciones del universo.
La primera historia me la relato mi mamá cuando yo era pequeña pues le sucedió a una conocida. Clara nació en la ciudad de Cali en un conjunto de casas de dos pisos que rodeaban un gran parque donde creció jugando con los demás niños del barrio.
Todo era calma y sonrisas hasta que la violencia palpo su vida. Clara tenia diecinueve años cuando un grupo armado amenazo a su familia. Esto hizo que sus papás tomaran la difícil decisión de irse a vivir a Londres donde vivía su tía, buscando asilo para huir de las intimidaciones.
Al llegar a Londres Clara sintió de inmediato el cambio en su vida pues no hablaba el idioma y el frío la agobiaba. Sus padres habían contratado a una profesora para que le dictara clases de inglés desde la casa impidiendo que Clara se aventurara a salir a las calles londinenses hasta no entender un poco el idioma.
Esto fue perjudicial para su estado de ánimo ya que al no tener hermanos pasaba la mayoría del tiempo sola, en la enorme casa de su tía donde para distraerse, pasaba el tiempo leyendo o mirando por la ventana, la única puerta al exterior y a esa ciudad que le era tan ajena.
Una tarde, recostada contra el borde de la ventana vio a un joven apuesto pasar caminando al frente de la casa. Era alto, rubio y de ojos verdes. Vestía un abrigo, guantes y una bufanda color azul que le cubría la boca.
Indiscreta, abrió la ventana y se asomó llamando la atención del joven quien de inmediato la miro. Por varios segundos sus miradas se encontraron hasta que el joven se perdió en el camino dejando a Clara con las mejillas ruborizadas y una extraña sensación en su estómago.
Al día siguiente, Clara volvió a sentarse al frente de la ventana esperando volver a ver al misterioso joven de la bufanda azul. Por varias horas espero y espero hasta que por fin lo vio. Venia caminado y mirando hacia la casa. Nuevamente sus ojos se tropezaron, ahora en compañía de una sonrisa que el joven le brindo a Clara mientras continuaba con su paso.
Así continuaron con su juego de miradas y sonrisas por más de un mes. Todas las tardes a eso de las cinco, Clara se sentaba contra la ventana a esperar a que el joven de la bufanda azul pasara para mirarlo, sonreírse y verlo alejarse sin más. Esto se había convertido en la ilusión en los días de Clara y en la razón por la cual empezaba a apreciar a esa nueva ciudad.
Un día, por fin las cosas cambiaron. El joven se detuvo frente a la casa y haciéndole señas invito a Clara a salir. Clara estaba aterrada, como hablaría con él si no podía hablar bien el idioma. El joven permaneció inmóvil esperándola por lo que la joven no vio otra opción sino salir e intentar conversar con él.
Rápidamente corrió a ponerse un abrigo aprovechando también para retocarse el pelo y echarse un poco de perfume. Al abrir la puerta pudo sentir el aire helado colarse por entre sus manos. Las piernas le temblaban con más impulso a medida que se iba acercando al joven quien le sonreía desde el otro lado de la reja.
“Hello, my name is Clara” dijo con voz temblorosa, a lo que el joven le respondió, “Me llamo Daniel, ¿hablas español?”
Daniel era colombiano, sus rasgos ingleses los había heredado de su abuelo quien había nacido en Inglaterra. Lo más sorprendente, Daniel era de Cali y había vivido toda su vida en el mismo barrio de casas de dos pisos al lado del gran parque. Toda la vida habían estado a solo unas casas el uno del otro, jugando en el mismo parque pero nunca se habían topado.
Habían tenido que viajar miles de kilómetros y vivir en un país diferente al suyo para encontrarse y nunca más separarse ya que después de tres años de ser novios se casaron y radicaron en Londres, donde llevan viviendo juntos más de veinte años, enamorados y felices.
Mi mama solía decirme, “No importa cómo, cuándo o dónde, el destino busca siempre la forma de cruzarnos con esa persona que será para nosotros”
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