El último viaje
- Susie Sucesos
- 8 sept 2017
- 2 Min. de lectura

Sara tenía veinte años cuando conoció a Antonio. Él era todo lo que ella había soñado, era inteligente, atractivo, buen conversador y de humor incomparable. Se casaron al poco tiempo de conocerse y tuvieron un hijo al que llamarón Juan.
Sara fue feliz varios años al lado de su familia hasta que descubrió la doble vida de su esposo. El joven con el que se había casado se había convertido en un hombre inconforme que no valoraba el amor y el hogar que su esposa había construido para él.
Una mañana Sara despertó para encontrarse sola con su hijo de doce años. Antonio la había abandonado para irse con otra mujer, por supuesto más joven que su esposa.
Varios años trascurrieron y Sara nunca dejo de pensar en Antonio o de extrañar sus cálidos besos. Al parecer su corazón era indiferente a la traición pues por más que lo intentaba, no conseguía alejarlo de sus pensamientos.
Decidida y existiendo de las memorias, Sara logro sacar adelante a su único hijo, el que al crecer se convirtió en un gran médico y hombre de familia que le dio a Sara dos nietos que fueron la alegría para tantos vacíos en su vida.
En todo ese tiempo nunca supo nada de Antonio, hasta que un día una llamada la aturdió. Era la hija de Antonio. Su nombre era Sara, el nombre de la única mujer que Antonio había amado de verdad.
Había muerto de pulmonía y con sus últimos alientos le pidió a su hija que contactara a Sara pues era importante que ella supiera lo pesarosa que había sido su vida desde el momento que había decidido irse con otra mujer para sentirse más joven. Él nunca la había dejado de pensar, tal y como le pasaba a ella.
Varios años mas trascurrieron y Sara nunca lo olvido. Acostada en su cama, cansada, con dolores y rodeada de su familia, Sara estaba lista para despedirse. Había vivido una buena vida. Había amado con toda su alma y había logrado dar lo mejor de ella. Solo una pesadumbre había embargado sus días, el haberlos vivido sin su primer y único amor.
Dio un respiro, podía sentir que su momento había llegado y agradecía por ello, así que dando su última mirada al mundo enfoco sus ojos en Juan, dejándose llevar por esa cálida agitación. Antonio le sostenía la mano, lucia joven y hermoso, tal y como ella lo recordaba. Soltó un último suspiro y pronuncio su nombre por última vez.
Sara tenía ciento cuatro años cuando volvió a ver a Antonio. No había tenido tiempo de decir algo pero no era necesario, su expresión contenta y ojos húmedos por la emoción le revelaron a Juan que su padre había venido por ella, dejando esta vida juntos.
Y así, por miedo, orgullo o costumbre, estas dos personas se conformaron con llevar una vida alejados del amor. Habían condenado a su corazón a sufrir una lenta agonía que los llevo a extrañarse toda la vida y a añorarse hasta en su fallecimiento, demostrando que el amor verdadero, supera hasta la muerte.
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