¿Relaciones abiertas?
- Susie Sucesos
- 4 oct 2017
- 3 Min. de lectura

Respecto a las relaciones abiertas, estas siguen ocasionando revuelo en nuestra sociedad. Este fin de semana, una de mis pacientes me escribió angustiada pues acababa de enterarse que su hija de treinta y ocho años, lleva una relación abierta con su esposo.
Detalladamente, me explico cómo aquella noticia la había pasmado pues nunca creyó que aquello se pudiera dar en un matrimonio y lo que es peor, en el de su hija. Ella temía por el bienestar de su hija mientras se preocupaba pensando en lo que diría la familia o en qué pensarían sus amigos.
Mi respuesta, fue muy distinta a la que ella esperaba, ya que sin titubear le comente lo común que era en estos tiempos que las parejas prefieran vivir una relación más libre, donde cada uno puede tener relaciones sexuales con otras personas, por fuera de la unión y con el consentimiento de su pareja.
Le exprese que el tabú que se esconde detrás de este tipo de relaciones es que no son aceptadas por miedo a lo que dirán o, porque es difícil creer que son felices y que sus relaciones sean verdaderamente sólidas.
Este asombro y menosprecio por las relaciones abiertas se debe a que nos hemos dejado llevar por lo que la sociedad o la religión determinan, olvidando los dictámenes de nuestro corazón, el único que debe decidir cómo debemos vivir.
Antes de continuar con el tema, hay que dejar muy claro que para tener una relación abierta, se debe ser también abierta de mente. Las parejas que lo logran son personas maduras y completamente comprensivas frente a las necesidades básicas del ser humano. Son seguras de sí mismas y por esto, no sufren de celos, aspecto clave para que este tipo de relaciones funcionen.
Al hablar con personas que llevan una relación abierta, entendí por que es normal querer vivir una relación así, sobretodo cuando ves a tu alrededor que cada vez más parejas se separan por infidelidades, mentiras o peor, por el aburrimiento y la inevitable monotonía que puede llegar a un matrimonio de tantos años.
Es natural que en algún momento de nuestra vida nos encontremos con una persona que nos atraiga de forma física o psicológica y que se desarrollen esos elementos que nos lleven a ser infieles.
La ventaja de esta nueva era es que nada está determinado y cada uno puede elegir como vivir su vida y su relación amorosa. Cuando se vive en pareja, se construyen vivencias y acuerdos, los que se deben poner sobre la mesa. Lo importante es poder ser sincero con nuestra pareja para poder llegar a un pacto que los haga felices a los dos.
En la convivencia, todo se vuelve un trato entre la pareja, como amigos y amantes que comparten su vida juntos. Depende de cada pareja como quieran vivir su relación, que reglas se impondrán o que libertad se brindaran.
Es cierto que vinimos a vivir en pareja y que conseguir esa alianza especifica con tu compañero de vida, confidente y amante es una experiencia única de intimidad y unión, pero, también debemos aceptar que la monogamia es algo cultural que se presenta como un limitante a los instintos sexuales que podamos tener por otras personas.
Si me preguntan, estoy de acuerdo con las relaciones abiertas. Esto fue algo que fui aceptando y hasta abrazando por medio de vivencias y sobretodo, siendo testigo del sufrimiento que produce una infidelidad, ya que en la mayoría de los casos no se peca por falta de amor, sino por falta de libertad.
Tal vez les parezca extraño, pero vivir rompiendo los esquemas y las reglas te puede llevar a conocer otro estilo de vida, incluso otra parte de ti que no conocías. Me parece que las relaciones abiertas no son más que un respeto por la individualidad de la persona, donde el amor no involucra el prohibir ni el poseer.
A veces, es mejor dejar la puerta abierta, soltar la rienda y entregar tu confianza de que tu pareja estará colmando sus deseos sexuales mientras tú haces lo mismo, sin que esto afecte el amor, el respeto ni el deseo que sienten el uno por el otro.
Después de leer mi respuesta, mi paciente me respondió aturdida. No estaba de acuerdo con esa forma de vivir, tan promiscua y falta de compromiso. Respetuosamente le pregunte si veía a su hija feliz y enamorada, a lo que me respondió que sí.
Cada uno es libre de vivir su vida como quiera, pero sobretodo como nos haga feliz. En este mundo donde existen miles de matices, no podemos esperar que todos pensemos igual, lo que si podemos hacer es intentar comprender y si no podemos comprender, al menos seamos capaces de respetar, ya que todos buscamos lo mismo aunque sea de manera diferente, todos buscamos ser felices.
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