El poder inapreciable del amor
- Susie Sucesos
- 21 jun 2018
- 2 Min. de lectura

Hace poco me vi envuelta en discusiones, tanto propias como ajenas, permitiéndome ver la triste realidad del ser humano, el que no sabe ser feliz y el que hace difícil el amar y ser amado.
Al parecer, en lo que conlleva a las relaciones personales, siempre existirá en el medio la inseguridad, el miedo o el pasado, aquel que conmemoramos solo para que éste traiga discordia y malestar a nuestro presente y quiebre relaciones que quieren darse otra oportunidad o que están empezando.
Con los años, es cada vez más difícil confiar en la gente y entregarse de verdad, como uno lo hacía en la juventud temprana donde la idea del amor aún estaba intacta como algo puro e ilusionante.
Con pesar, veo que la adultez viene con recelos, con traumas generados por el dolor que nos han ocasionado en el camino y el cual en lugar de dejar ir, conservamos y cultivamos, dañando nuestra alma y la forma en la que vemos al mundo y en especial al amor.
No estoy de acuerdo, que por culpa de terceros debamos endurecer nuestro corazón y que por miedo al dolor prefiramos escoger tener relaciones banales, pues en un mundo que se mueve tan rápido y esta tan enfocado en los valores equívocos, es donde más deberíamos luchar por relaciones llenas de propósito y emoción.
Puede que suene trillado, pero lo que más necesita el ser humano es amar y ser amado, ya que la idea del amor es que podamos contar con el otro para disfrutar de los placeres de la vida y apoyarnos en los momentos difíciles.
Por todo lo dicho, los invito a amar sin miedo y a entregarlo todo en sus relaciones, pues si no funciona habrá valido la pena pues lo habremos experimentado de manera plena y no a medias.
Perdonemos, dejando el ego a un lado, sabiendo cuando debemos callar o cuando debemos resignarnos en que hay cosas en la vida que simplemente no podemos cambiar y solo nos queda aceptarlo y seguir adelante.
Aprendamos a dejar al pasado en el pasado y a enfocarnos en el presente, lo único que tenemos y por ende, lo único que cuenta. Vivamos el presente, gocemos el presente confiando en que el futuro estará bien y repleto de prosperidad.
Dejemos las peleas a un lado, en especial esas que vienen de la vanidad. Seamos nobles, y atendamos con atención lo que nos callan los otros, pues solo así podremos oírlos de verdad y comprenderlos.
Dejemos el rencor a un lado y vivamos enteramente del amor, aquello que mueve al mundo y el único antídoto para su salvación.
¡Feliz día!
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