Sobre el destino y el amor

En la mayoría de los casos, mis pacientes me buscan con el afán de sosegar alguna pena, pero en especial, en busca de una respuesta a ese vacío emocional que les produce el no tener una pareja estable.

Yo siempre les digo que tengan paciencia, que no está mal equivocarnos ni besar uno que otro sapo antes de llegar a la persona correcta pues cada relación que vivimos, sucede para ayudarnos a crecer, preparándonos para nuestra media naranja.

Y es que sí, todos vamos por la vida en busca del amor, de esa persona especial que llegue a llenar los días con mimos y a ser esa compañía y apoyo para nuestro recorrido por la vida.

Con tantas banalidades que mueven al mundo moderno y con el desprendimiento personal que traen las redes y la tecnología, es difícil diferenciar el amor real del pasajero.

Lo que sí creo, es que las casualidades no existen y la vida no te cruza con la gente porque sí, siempre hay un motivo detrás de cada encuentro.

Es como dice la leyenda japonesa del hilo rojo, existe un hilo que te une a esa otra persona con la que estas destinado a estar. Este hilo se puede estirar y enredar pero nunca romper pues está en tu destino que te encuentres con tu verdadero amor.

Hay personas que no creen en el destino y está bien, pero crean en la magia del universo pues si hay algo indiscutible es que hay situaciones donde las causalidades son determinantes en nuestro camino, dejando claro que el mundo es un misterio divino el cual quiere que seamos felices.

Así que mientras llega esa persona, disfruta de esas lecciones, sigue creciendo de las experiencias y deja todo en manos del destino que cuando menos lo esperes esa persona aparecerá a mejorar todo.

¿Que por qué demora? Porque todo ocurre cuando tiene que ocurrir. Quizás aún te falta aprender o vivir algo más antes de conocer a esa persona, lo que no debes dudar es que no importa el tiempo o la distancia, el universo se encargará de que se conozcan.

Hablando con personas que han logrado encontrar a su media naranja, dicen que uno lo sabe desde el minuto uno, como si de pronto una claridad llegara a tu mente y un gozo constante calentará tu corazón.

La esperanza que nos produce imaginar nuestro final feliz es lo que mueve a las energías para que éste se haga realidad. Por eso nunca dejemos de soñar y de hacerlo con la fe de que todo saldrá como esperamos y cuando menos lo pensemos, llegara nuestro hilo rojo.

¡Feliz día!